28.5.12


Se piensan que no escucho. Que soy sorda, o tal vez tonta. No sé.
Pero eso no les impide hablar. Hablan de mí. De cómo soy, de las cosas que hago. Y están muy seguros de lo que dicen, y lo creen en serio. Creen que soy como ellos me ven. Pero no, ellos no ven.
No ven.. no saben cómo soy. Qué hago. Qué me gusta y qué no. No saben nada. Y me da bronca, porque creen que sí. Lo sé. Lo veo en sus miradas juiciosas. Lo escucho en sus palabras, en sus comentarios, en sus murmullos por lo bajo. Y no les importa.
Todo lo que dicen, duele. Cómo me miran, duele. Sus risas, duelen. Duele y mucho.
Ojalá los pudiera enfrentar. Pero no soy fuerte como ellos. No soy fuerte porque no voy en grupo, estoy sola. ¡Quisiera verlos, solitos como yo, a ver si serían capaces de lidiar con lo que yo lidio!
Me doy cuenta de algo clave: a mí tampoco me tendría que importar. Ya lo dije antes, ¿qué saben ellos? Nada. Entonces, ¿por qué les voy a dejar hablar? Si no puedo enfrentarlos porque sé que perderé, al menos no voy a dejar que me influya lo que digan. No voy a dejar que me importe. Voy a ser fuerte.
No es simple, para nada. Es difícil. Es una de esas tantas cosas con las que tenemos que aprender  a vivir hasta que se terminan. Un día se van a cansar, y se van a ir. Yo lo sé.

Voy a resistir.






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Para todo aquel que alguna vez sufrió de burlas. De esas miradas que son difíciles de borrar. Para las víctimas del bullying.

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